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Cada vez más personas se suman al movimiento Real Food, conscientes de que comer bien no solo beneficia la salud, sino también al medio ambiente; por eso, disfrutan del sabor de una manzana jugosa, unos huevos recién cocidos, una ensalada crujiente… ¡o incluso un vaso de agua!

Este movimiento promueve el consumo de alimentos frescos y mínimamente procesados, la vuelta a lo esencial, a aquellos que mantienen intactas sus propiedades nutricionales. Si ya sigues este camino, ¡enhorabuena! Probablemente sin saberlo eres parte del “club” Real Food, al igual que lo fueron nuestros abuelos, quienes se alimentaban de una manera más sencilla con lo que la tierra y el mar les ofrecía. Pero si últimamente has cedido a la tentación de los alimentos procesados, ¡no te preocupes! Te animamos a hacer el cambio hacia una dieta más natural. ¡Siempre es buen momento para reconectar con lo auténtico!

Aunque podríamos decir que el Real Food ha existido desde el origen de los tiempos, desde hace unos años está ganando popularidad, ya que a menudo nuestros hábitos diarios (estrés, falta de tiempo…) nos empujan hacia una alimentación rápida y ya preparada, que rara vez es lo más saludable.

Clasificación de la alimentación

Seguro que te suena la típica pirámide alimentaria, que colocaba a los alimentos de consumo diario como verduras, frutas o cereales integrales en la base, y los ultraprocesados como la bollería, embutidos o comida rápida en la parte superior. La clasificación NOVA, creada en 2010 por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Sao Paulo, establece 4 grupos de alimentos:

  1. Frescos o mínimamente procesados. Alimentos que llegan a la mesa tal y como los ofrece la naturaleza, sin procesar ni alterar. Son los vegetales que crecen en la tierra (como los microgreens y microleaves de Urbanfresh), en los campos, en los árboles, aquellos que provienen de los animales o se encuentran en los mares y ríos.
  2. Ingredientes procesados. Provienen de los alimentos frescos para facilitar la elaboración de recetas, por lo que no se han diseñado para consumir por sí solos. Son el aceite, la mantequilla o la sal.
  3. Alimentos procesados. Se elaboran a partir de los dos primeros grupos pasado por una mínima transformación, solo la justa para mejorar su conservación o hacerlos más fáciles de consumir. Por ejemplo, las legumbres en bote, conservas de verduras o pescados y quesos.
  4. Ultraprocesados. Productos artificiales, bajos en valor nutricional y altos en calorías, azúcares y grasas refinadas. Se trata de alimentos poco saludables cargados de aditivos.

Como ya habrás imaginado, para mantener una buena salud física y mental lo ideal es consumir habitualmente alimentos frescos y naturales (los grupos 1, 2 y 3). ¡Justo lo que la dieta mediterránea ofrece!

Real Food y Slow Food

Son dos formas de alimentarse para vivir bien, en un caso, promoviendo una alimentación que respeta los tiempos naturales de producción y la calidad de los alimentos (Slow Food), y en el otro, la alimentación principalmente de productos frescos y poco procesados que nutren el cuerpo y el alma (Real Food). Ambas filosofías se complementan al abogar por una alimentación consciente, sostenible y nutritiva.

¿Eres más de Real Food, Slow Food, o de las dos? ¡Cuéntanoslo en comentarios!

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